Toda esta corriente se remonta a tiempo atrás, antes de la crisis del coronavirus, concretamente un experimento pionero fue el de Tony Hsieh y su aplicación Holacrazay, dentro de su start up Zappos, de venta de zapatos online, en la que junto Brian J. Robertson, propusieron una teoría que consistía en convertir a cada trabajador/a en un/a líder, permitiéndole la máxima agilidad y flexibilidad, y dejando atrás la clásica estructura jerárquica vertical, por una novedosa estructura completamente horizontal.
Esta iniciativa, en la que prevalece el concepto que el poder es de todos, y por tanto no hay mandos, ni puestos de trabajo definidos, tuvo también otros seguidores destacados, como Morning Star, GitHub o Vavle Corp, y más recientemente el bufete de abogados Law Square de Australia, que ha dejado atrás nomenclaturas y roles, que apuesta por las aportaciones de cada trabajador/a, más allá del cargo que pueda ocupar.
Quizás estos modelos son excesivamente transgresores, y el actual mercado de trabajo aún no está preparado para experiencias de este tipo, pero sí está claro que raíz del coronavirus y de la implantación del teletrabajo, los modelos están cambiando, y la idea de un jefe tradicional que se dedique sólo a controlar el trabajo de la plantilla va quedando atrás.
Actualmente se tiende a modelos en los que sí hay jefes responsables en última instancia que marcan las principales políticas empresariales a seguir, pero en el teletrabajo se apuesta más por las aportaciones a los proyectos de cada persona, y también en su responsabilidad a la hora de cumplir los objetivos.