A simple vista puede parecer que ponerse los propios horarios puede ser muy positivo, pero hay mucha gente que no acaba de habituarse a hacerlo, quizás porque fuera del horario habitual a veces se puede confundir la flexibilidad con una excesiva carga de trabajo.
Todo esto es un resultado post pandémico, en el que existe una clara tendencia al teletrabajo o al modelo híbrido, lo que implica esta flexibilidad horaria de la que estamos hablando en este post.
Pero la otra cara de estos modelos es que la rutina deja de ser tal y como la conocíamos, y trabajando desde casa no hay contacto con las compañeras y compañeros, y eso ya que quizás pueda ser más productivo/a pero que también se esté más aislado/a.
Hay quien considera necesario establecer horarios y rutinas en los que el cuerpo (y la mente) se habitúen a producir y ser eficiente, para entrar en la dinámica diaria de forma más sencilla.
También existen otras opiniones centradas en que la opción de poder configurar el horario de trabajo con flexibilidad puede ser psicológicamente ventajoso, y permite conciliar mejor con algunos aspectos de la vida personal de los trabajadores, como el cuidado de los niños pequeños , y si el desajuste horario respecto al resto de la sociedad se convierte en costumbre, termina desmotivando al profesional y repercutiendo en su rendimiento.